Motivo y Contexto

Cada día contemplamos al mundo como un espacio en el que los jóvenes podrían ser creadores y gestores de una nueva realidad, más solidaria y comprometida. Pero a la vez, la sociedad muchas veces le niega esta posibilidad, dictaminando con sus leyes un modo de vivir egoísta y solitario, al cual los jóvenes deben someterse escondidos en la masa. Es esta lógica la que termina muchas veces dando oportunidades a unos pocos, en detrimento de muchos otros que se ven privados de su autorrealización. Los mensajes son unas veces ocultos, y otras, explícitos. Se propaga la “no discriminación” pero no se tolera lo opuesto ni la lógica del sentido común. En no pocas oportunidades el fin justifica cualquier medio, incluso cuando se explota al oprimido y al débil.
Tomando el Documento de Aparecida, fruto de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, encontramos que los jóvenes y adolescentes “constituyen la gran mayoría de la población de América Latina y del Caribe” (443) y “representan un enorme potencial para el presente y el futuro de la Iglesia y de nuestros pueblos” (443). En concreto:
a) Desde la cultura: los jóvenes aparecen llevados por el descontrol del mercado. “(…) la avidez del mercado descontrola el deseo de niños, jóvenes y adultos.” (50). Obedecer al mercado es parte de la felicidad ya que “se legitima que los deseos se tornen felicidad.” (50). En la misma dirección va la cultura del consumo. “Las nuevas generaciones son las más afectadas por esta cultura del consumo en sus aspiraciones personales más profundas”. (51). Para las nuevas generaciones “el futuro es inseguro” (51).
b) Desde las cualidades juveniles: de modo especial destacan cuatro:
1. La sensibilidad. Juan Pablo II los ha llamado “centinelas de la mañana” (443). “Son capaces y sensibles para descubrir el llamado particular que el Señor Jesús les hace”.
2. La generosidad. Son generosos para servir, especialmente a los más necesitados (443).
3. La potencialidad. “tienen la capacidad de oponerse a las falsas ilusiones de felicidad y a los paraísos engañosos de las drogas, del placer, del alcohol y de todas las formas de violencia” (443).
4. La misionariedad. “Las nuevas generaciones son llamadas a transmitir a sus hermanos y hermanas jóvenes la corriente de vida que procede de Cristo y a compartirla en la comunidad, construyendo la Iglesia y la sociedad” (443).

c) Por el lado de las “sombras”: afirma que “innumerables jóvenes de nuestro continente pasan por situaciones que los afectan significativamente”. Mencionan 11 “situaciones” de este tipo: las secuelas de la pobreza; la socialización de valores implantada en nuevos ambientes con fuerte carga de alienación; la permeabilidad a nuevas formas de expresiones culturales, afectando su identidad personal y social; los jóvenes son presa fácil de las nuevas propuestas religiosas y pseudo-religiosas; las crisis de la familia que produce profundas carencias afectivas y conflictos emocionales (444);  la repercusión que tiene una educación de mala calidad en los jóvenes (445); la ausencia de jóvenes en la esfera política, por la desconfianza que generan las situaciones de corrupción, el desprestigio de los políticos y la búsqueda de intereses personales frente al bien común” (445); el suicidio; la imposibilidad de estudiar y trabajar; el ser obligados a abandonar sus países “dando al fenómeno de la movilidad humana y de la migración un rostro juvenil” (445);  el uso indiscriminado y abusivo de la comunicación virtual.
También se habla del lenguaje, lamentando la persistencia de “lenguajes poco significativos para la cultura actual y, en particular, para los jóvenes” (100 d).
e) En la perspectiva de la educación: Los “jóvenes que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado de trabajo para desarrollarse y constituir una familia.” (65). En el esfuerzo de adaptarse a las nuevas exigencias, se mira la educación en función de la producción, de la competitividad y del mercado. “Además, hay orientaciones que impiden que se manifiesten (en la vida escolar) los mejores valores de los jóvenes así como su espíritu religioso (…) y no se enseña a los jóvenes los caminos de superación de la violencia ni se los ayuda a llevar una vida sobria...” (328). Por eso, la Iglesia es llamada a promover una educación de calidad para todos, especialmente para los más pobres (334), es decir, una educación “que ofrezca a los niños e niñas, jóvenes y adultos el encuentro con los valores culturales propios del país, descubriendo o integrando en ellos la dimensión religiosa y trascendente” (334).

f) El lado socio-político: Una fuente de sufrimiento es la violencia que “se reviste de varias formas y tiene diversos agentes: crimen organizado y el narcotráfico (…) violencia en la periferia, “violencia de grupos juveniles y la creciente violencia intrafamiliar” (78). Otra forma es el tráfico de personas. “(…) que incluye la prostitución, incluso de menores” (73) “en amplios sectores de la población, y especialmente entre los jóvenes, crece el desencanto por la política y, particularmente, por la democracia.” (77). No dejan de recordar, por eso, el pronunciamiento de Benedicto XVI, en el campo deportivo “Pacaembu”, la “atención sobre la devastación ambiental de la Amazonia y las amenazas a la dignidad humana de sus pueblos, pidiendo a los jóvenes un compromiso más fuerte en los más diversos espacios de actuación” (85).

El teatro, es hoy un género del cual no todos los sectores sociales pueden participar. Nuestro proyecto pretende no dejar afuera ni a los jóvenes ni a las clases populares. Ellos son depositarios de un mensaje que podemos transmitirles para promover un mundo mejor, un país mejor, una ciudad, un barrio mejor. Un mejor hogar.





Mirando la realidad salesiana, nos unimos a lo expresado por el documento de preparación al Capítulo General XXVI. Hay hermanos y comunidades seriamente comprometidos con entrega al trabajo educativo pastoral. Se realiza un intenso trabajo por los jóvenes, por los pobres, por los marginados; tenemos una pluralidad de obras al servicio de la juventud. El compromiso de los hermanos en la animación juvenil constituye un elemento de entusiasmo y de contagio para la comunidad educativa pastoral. Frente a las situaciones de urgencia educativa nos dejamos interpelar y sabemos encontrar los recursos para dar una respuesta adecuada. En nuestras obras constatamos el protagonismo de tantos jóvenes, que orientados a ser apóstoles de otros jóvenes, llegan a madurar opciones vocacionales de especial consagración.
Tenemos dificultad para comprender su lenguaje (de los jóvenes), para estar verdaderamente presentes entre ellos. A causa de una valoración, fruto del prejuicio y de la desanimación, no nos comprometemos a descubrir su punto de acceso al bien. Las funciones que asumimos no nos ponen siempre en contacto directo con los jóvenes; hay, además, necesidad de renovar nuestra visión y la práctica de la asistencia.[1]

“[89]  Nuevas exigencias de la misión salesiana

Dios nos pide responder a los desafíos y oportunidades que se refieren a la evangelización y a la educación de los jóvenes, como el secularismo, la indiferencia religiosa, el diálogo ecuménico e interreligioso, la pérdida del sentido de la vida y la precariedad de las opciones vocacionales, la difundida cultura de la muerte que no aprecia la vida, la inestabilidad de la familia, la mentalidad consumista, el permisivismo y el relativismo ético, la progresiva destrucción de la naturaleza y el derroche de los recursos, la globalización de la comunicación social.

[90]  Cambios en la realización de la misión
Como salesianos estamos llamados a hacer experiencia de Dios y a tener un corazón oratoriano como el de Don Bosco, reafirmando nuestra opción por los jóvenes más pobres, yendo donde ellos se encuentran, aun  fuera de nuestras obras, colocándonos en sus lugares de vida, abriendo nuevos espacios además de lo que ya hacemos.[2]


En este sentido el musical intenta ir a los jóvenes llamarlos, convocarlos, darles el espacio y la contención que el contexto actual reclama para hacer de ellos hombres y mujeres nuevos comprometidos con su realidad.



[1] Instrumento de Trabajo. Volver a Don Bosco. Situación. Pág. 7-8. - 29 de octubre 2007.
[2] Instrumento de Trabajo. Nuevas Fronteras, pág 32-33. 29 de octubre 2007


En cada obra salesiana, según se disponga del tiempo y personal necesarios, se realizan obras teatrales  más o menos extensas y exigentes, o pequeñas representaciones, pero que solo consiguen lo que buscan: recordar algún momento significativo, o incluso rellenar para alguna fiesta algún espacio de tiempo concedido y que debe ser ocupado. Pero notamos que no siempre se potencian las cualidades y aptitudes de los jóvenes de una manera completa. El poder expresarse con naturalidad, haciendo uso de la lectura y dicción de las palabras, la postura física y la excelencia de un movimiento complejo de danza, forman parte también del desarrollo del joven en su medio social y cultural.


El dominio del cuerpo, la capacidad de razonar y la lógica que nos mueve a reaccionar, el esfuerzo por estar atentos a la improvisación, el manejo de la frustración y la conquista de sí mismo mediante el equilibrio emocional, las virtudes de la humildad y sencillez, del compartir y no querer ser mas que los demás, ni sobresalir a costa de otros: todo esto puede generar mujeres y hombres nuevos, que luego de conquistarse a sí mismos por medio de la educación, se lancen a construir el mundo que ellos sueñan.

En estos días, en que a través de Facebook y otros medios digitales, los adolescentes se animan a realizar “el faltazo” entre otras cosas, como ausencia de clases, tomándolo como la hazaña de hombres valientes, nos preguntamos ¿qué están gritando?, ¿qué quieren expresarnos? El teatro, este proyecto, puede ser un válido aporte a la expresión de los jóvenes hambrientos de comunicarse y expresar sentimientos de su mundo que no hacen por otros medios.

El ejemplo de Don Bosco nos convoca, mirando la actual realidad de una inspectoría nueva que se conforma con sistemas culturales y  realidades pastorales muy diversas. La inspectoría Salesiana Beato Artémides Zatti, que comprende todo el norte argentino, busca nuevos caminos de contacto y comunicación, de cercanía e integración, de nuevas fronteras, y contención de obras y emprendimientos pastorales ya encaminados.

Lo nuevo puede preocuparnos e incluso atemorizarnos. Realizar un proyecto como éste podrá favorecernos, tanto a los salesianos como a los jóvenes, en lo que respecta a la comunión y conocimiento tan necesarios para caminar en la nueva realidad en que nos hallamos.